Diario de un globero - Rutas y crónicas cicloturistas................
  Subida a Comares
 
Subida a Comares

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Como enfrentarme ante el ordenador, al desarrollo de esta crónica. No lo sé muy bien, llevo pensando como voy a enfocar el escrito, si hacerlo desde la perspectiva del sufrimiento, o desde la épica de subir una cuesta despiadada, en medio de una pájara, de las que ya no tenía recuerdo.
 
Bien, mi objetivo fue, en un principio, el de realizar un recorrido cicloturista de unos sesenta y tantos kilómetros que arrancaría desde Colmenar. Tras la entrada a la Axarquía desde el norte de Málaga, pasaría por Riogordo, y subiría Santopitar, por la carretera que nos deja a las puertas de Comares.
 
Mi intención, una vez superada la cima de Santopitar, era tomar la carretera A-7000, la carretera de la Fuente de La Reina, y girar de nuevo en dirección al punto de salida, Colmenar.
 
Cometí la torpeza, poco disculpable a mi edad, de no realizar un reconocimiento previo de la zona, en coche, por supuesto.
Me dejé guiar por los mapas, y los perfiles generados por las webs especializadas, no interpretando adecuadamente la dureza, el intenso calor, y sobre todo no interpretando mi estado de forma actual (deprimente).
 
Pero vamos a meternos en faena. Se inició la ruta en el pueblo de Colmenar, a unos 700 metros de altitud, tiene una población de 3500 habitantes. Su nombre procede de la principal actividad de sus vecinos, durante siglos, la explotación de colmenas de abejas, actividad que conforma su escudo heráldico. Salimos del pueblo en dirección a Riogordo por la carretera A-7204. Esta carretera, está siendo reparada en estos momentos (finales de Junio de 2010), y salvo un tramo no asfaltado de unos cincuenta metros, la carretera se encuentra en buenas condiciones.
 
Tras la salida de Colmenar nos vemos envueltos en una larga bajada de casi siete kilómetros, con alguna curva un poco cerrada que hace que debamos prestar un poco de atención.
 
Al terminar la bajada entramos en la población de Riogordo, habitada por unos tres mil vecinos. El aceite de Riogordo es casi tan famoso, como su celebración de Pasión de Semana Santa, “El Paso”, acto que se celebra anualmente, y en el que colabora casi todo el pueblo.
 
Tras la pincelada cultural, retomamos la crónica, cruzando el pueblo, y encontrando, nada más salir de él, una rampa de casi tres kilómetros, que nos recibe de improviso con una pendiente  del 10%, después del 12%, y hasta el 15% en algunos tramos. Las piernas lógicamente, lo sienten, tras la bajada anterior.
Al repuntar esta primera dificultad de cierta entidad, me doy cuenta, de que el paisaje, casi en su totalidad rodeado de almendros, y sobre todo, de olivos, va dejando paso, a algunos muy alineados y ordenados, cultivos de vid. Aferrados en las laderas de los cerros, dan un verdor distinto, al tono pizarroso, dominante a nuestro alrededor. La temperatura va subiendo, a las 10:00 ya estamos a unos 30º.
 
Al menos, tras cumplimentar esta subida, nos queda por delante una bajada de unos diez kilómetros. Bajada, eso sí, entre comillas, porque durante este tramo, nos encontraremos con repentinos repechos, de hasta el 10 y 12%.
 
Paulatinamente, nos vamos encontrando con cruces a distintos diseminados de viviendas, habitadas en su mayoría por residentes del norte de Europa, que han venido, supongo, buscando un cambio de aires.
 
Tras pasar por la aldea de la Zubia, nos encontramos con un último repecho antes de llegar al cruce de la carretera hacia Comares, la MA-3106. Tomamos el cruce a nuestra derecha, y la teórica primera subida del día (primera subida que se quedó en primera, y postrera subida).
Nos recibe una cuesta de dos kilómetros y medio en que la pendiente, no baja del 10% (la excepción), presentándose ante nosotros, una hidra de pendientes del 13, 15, 16 y hasta el 17%, sin sombra alguna, y con una sensación de calor asfixiante. Algunos residentes son testigos de cómo servidor empieza a retorcerse, en estas rampas un poco inhumanas.
 
Calor, sumado a poca forma física da como resultado un aviso de pájara, por lo que tras superar, estos dos kilómetros y medio, paro un momento a descansar, comer y beber un poco de agua. Al salir de nuevo, la pendiente es tal (calculo que un 16%), que el arrancar con las calas, es un verdadero esfuerzo. A partir de aquí, la pendiente baja hasta un “cómodo” 7%, eso sí con algún tramo del 10%.
En esa tesitura nos encontraremos durante los 5 kilómetros siguientes. Comares, se está haciendo difícil de querer, vamos, muy poco a poco, acercándonos a la altura de esta población. Eso sí hay que destacar las vistas que vamos “disfrutando”.
Al sur se divisa el mar, con Vélez Málaga perfectamente definida, y al norte se presenta una panorámica magnífica, toda la línea montañosa que va, sin solución de continuidad, desde la parte oeste del Torcal, hasta el pico de la Maroma, distinguiendo perfectamente, las Pedrizas, la sierra de los Alazores, la cuesta de la China, el puerto del Sol, el Boquete de Zafarraya… en definitiva, puro espectáculo.

Tras pasar estos últimos 5 kilómetros, por fin llegamos a la cima de esta subida, llegando a la altura del cruce que da acceso al núcleo urbano de Comares. La visita a Comares la dejaremos para otro día, con más fuerza, y más inquietudes culturales. Seguimos adelante y nos encontramos por fin, con una fuente, en la cual paramos de nuevo a descansar y a refrescarnos un poco.
 
Seguramente, las altas temperaturas, y el poco descanso en los días previos, han hecho más dura de la cuenta esta ascensión.
Sin embargo, para un cicloturista con un fondo normal este recorrido se podrá realizar sin ningún tipo de contratiempo. Eso sí hay que dejar constancia de la dureza a la ascensión hacia Comares,así como recomendar esta ruta para épocas del año, en las que el calor no se convierta en nuestro verdugo.
 
La anécdota del día, vino dada por un vecino de la zona,  quien se prestó amablemente a indicarme la ruta más corta hacia Colmenar, desde la fuente citada.
El buen hombre me dirigió, no hacia Santopitar y el cruce con la A-7000 (la carretera de los Montes). Me dirigió  a un “atajo” hacia no se sabe donde (no viene en los mapas…), con el firme de cemento, rayado en su superficie, tal era la pendiente de bajada.
Tras este despiste, y gracias a la colaboración de un buen samaritano, pude recuperar la ruta buena, eso sí tras perder dos horas (o más bien, estar perdido dos horas).
 
 
 
 
 
 
   
 
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